Esta mañana escuchaba la radio entre vahos después de una
buena ducha calentita, cuando las palabras graznadas por el altavoz me han
indignado, y de haberlos tenido, erizado los pelos de la espalda. El “inspirado”
en cuestión estaba hablando del ejército español cuando ha afirmado, con la
convicción de un campeón, que el sector militar es el que más ha sufrido la
austeridad en este país.
Sin ánimo de atacar al sector del cual ha salido el salario
que pagó mis estudios, y a pesar de que
es cierto que en los presupuestos del Estado podemos observar que la inversión
ha disminuido desde el 2012, hay que tener en cuenta que a la cifra oficial se
deben sumar otras que están calculadas en otros ministerios pero que tienen
como finalidad el gasto militar. El gasto previsto por el Gobierno para el año 2015
no se resume a los 5.767,77 millones de euros asignados al Ministerio de
Defensa, pues según diversos analistas las cuentas disimulan otros 3.672 millones
de euros en otros once ministerios. Esto sumaría unos 9 millones de euros
frente a los 2.015 millones destinados a educación y los 1.317 millones a
sanidad. Signo de austeridad debe ser también que nos endeudásemos con 11.470
millones de euros en 87 cazas Eurofighter. Desde mi más profunda inopia ignoro
si esto era necesario o no…pero no me suena austero.
Y hablando de graznidos, y sobre todo graznidos bien
argumentados, quisiera graznar al viento mi repulsa ante el constante bombardeo
de graznidos provenientes de los graznadores profesionales de los medios de
comunicación. Menos mal que están ellos para advertirnos e informarnos constantemente
del infierno que es Venezuela. El otro día el diario EL PAÍS graznaba en plena
portada que Venezuela es el segundo país de la lista con mayor número de
homicidios en el último año. Me pregunto yo si el titular no debiera
encabezarlo el primer país, y no el segundo, o en su defecto, el número de
suicidios provocados por la AUSTERIDAD de este Gobierno (en gasto militar?) en
España, que al fin y al cabo es donde vivimos. Al menos, gracias a este
titular, pude comprender que si mi voto va para Pablo Iglesias probablemente el
número de asesinatos aumente escandalosamente en España, porque claro, este
iletrado personaje quiere calcar a Venezuela, de hecho, en ello consiste su
programa electoral, que venimos exigiéndole desde un año antes de las elecciones.
Pero en este país no solo graznan los medios de comunicación
alentados por los susurros de los poderosos, graznan también los famosos, sea
cual sea el origen de su fama, y graznan también los conyugues de los famosos.
Es el caso de la señora Fabiola Martínez (casada con Bertin Osborne y sufridora
por tanto de la austeridad arrasadora de este país) que, amparada bajo la
credibilidad que le da ser venezolana, aseguró en un programa de Tele 5 que el
motivo por el cual no había vuelto a Venezuela a visitar a su familia ni a que
esta conociese a sus retoños, era el temor a que Hugo Chávez, abrigado por una
supuesta ley que nunca existió, le arrebatara la patria potestad de estos. Dicha
pantomima fue difundida por los opositores a Chávez que sostenían la existencia
de un artículo en la ley de educación que avalaba el total derecho del Gobierno
de arrebatar los menores a sus familias a la edad de 3 años, permitiéndole a éstas
verlos únicamente dos veces al mes. Esto fue desmentido y en ningún momento fue
planteado por el presidente ni por la asamblea nacional. No es la primera vez
que esta mentira se esparce, calcadita tal cual, respecto a un gobierno
socialista. Es evidente que la nacionalidad venezolana no va necesariamente
agarrada de la mano de la información rigurosa. Pobre Fabiola, no visita a su
familia por miedo a algo que no existe.
Fabiola como
venezolana sabrá más que yo de este país del que intento no afirmar o negar nada
por desconocimiento, pero como persona adinerada no puede alegar que la mochila
con libros y la educación que reciben los niños venezolanos ( el índice de
alfabetización pasó del 51,2% en 1950 al
91,1 % en 1974 y al 95,1% en 2011) es una simple arma electoral para engañar a
la gente, al menos, por respeto a los 781 millones de analfabetos en edad
adulta que hay en el mundo. Es más, después de la comparativa de gastos en
educación y defensa de este país, esa afirmación me resulta obscena en boca de
una guapa adinerada, por mucho que regente una asociación altruista.
Llegados a este punto, creo que la críticas negativas más
creíbles y razonables que se han hecho en España respecto a Venezuela han
salido de la boca del mismísimo Pablo Iglesias respecto a la corrupción o la
falta de seguridad de dicho país.
Esto es lo que pienso y así lo he graznado.