domingo, 23 de diciembre de 2012

La luna en nosotras


   Vivimos en un mundo en el que hay errores tan arraigados  que nadie los cuestiona, como por ejemplo, que la menstruación de las mujeres es algo asqueroso, algo malo que toda niña teme y que toda mujer adulta aborrece, también algo que hace fruncir el ceño a los hombres, tanto si es porque les asquea, como si es porque “ay nena! No hay quien te aguante cuando tienes la regla” o simplemente porque les ha chafado sus expectativas sexuales de esa noche.

   Recuerdo el día en que tuve mi primera visita a los once años; fue durante mis deseadísimas vacaciones de verano en Alfafara. En mis estancias veraniegas en el pueblo la vida consistía en ir todos los días a la piscina, correr por las calles, esconderme tras las persianas de las puertas de las casas, comprar chuches y flashes en la tiendecita de la plaza, jugar a polis y  cacos hasta altas horas de la noche por todo el pueblo y disfrutar de las verbenas y las fiestas patronales. De repente una maldita mancha roja en mi bañador desarmó todos mis planes idílicamente infantiles. Se acabó la  piscina, se acabó correr libremente o mover el culo en las verbenas con semejante artefacto de absorción entre las piernas y se acabaron las mallas de licra, a no ser que quisiera tener a todos los niños riéndose y señalando mis posaderas. Para colmo, la comprensiva respuesta de mi madre ante mis escandalizadas quejas al sentir por primera vez  un compresón adherido a mis braguitas fue: pues te aguantas! Como todas!

   Así que la regla era un castigo, algo que había que “aguantar”, algo que cambiaba tu estilo de vida “durante esos días”, había que soportar que la causa de tus enfados fuese que “estás en esos días” y no que alguien estuviese tocándote las narices profundamente.

   A esto le siguieron las intrincadas maniobras para sacar la compresa de la mochila a la hora del recreo sin que te viese ningún compañero, las embarazosas manchas rojas que resaltaban en el verde de las sillas de la escuela tras dos horas de clase y que intentaba borrar arrastrando el culo al levantarme de la silla, todo esto seguido de una carrera hacia el cuarto de baño con los abductores lo más apretaditos posible, la insistente pregunta a tu mejor amiga de espaldas a ella y con el culo ligeramente en pompa: tia! Se me nota la compresa? Me he manchado de sangre el pantalón? Por no hablar de los terribles calambres en los ovarios, sí, los OVARIOS, esa parte tan importante de nuestro cuerpo que nunca conocemos lo suficientemente pronto las mujeres, no sin antes haber aprendido lo que son un PAR DE COJONES.

   Parece ser que el milagro de la existencia, ese maravilloso poder de la fertilidad que la naturaleza otorgó a las mujeres para que la vida pudiese crecer dentro de ellas es un lastre cuando el puñetero óvulo no es fecundado. No voy a entrar a enumerar las posibles catástrofes que puede causar una mujer en los días de período menstrual como por ejemplo que las frutas o plantas se pudran a su paso o que un bebé pueda morir en sus brazos.

   Hablemos del tratamiento en las diferentes culturas; en la nuestra, todavía hay mujeres que para expresar que están menstruando utilizan la expresión “estoy mala”, en la cultura árabe las mujeres no pueden rezar a lo largo de este período y en muchas otras tiene similares connotaciones negativas que implican aislamiento o los conceptos suciedad e impureza. Por suerte podemos encontrar otras tantas en las que se celebra como algo bueno. Ayer estuve viendo el documental que inspiró este post: La luna en ti, y pude conocer una antigua costumbre eslovaca que consistía en arrastrar en trineo a las chicas que estaban menstruando a través de los campos para fertilizar la tierra en primavera. ¿No es hermoso?

   Me quedo con esta última: el hombre primitivo estaba convencido de que la mujer durante el período de menstruación se convertía en un ser sobrenatural, porque no comprendía  cómo podía sangrar tanto durante varios días sin llegar a morir. Y esto es lo que debieran transmitirnos. Desde muy pequeños deberíamos sentir admiración por lo que supone el ciclo menstrual, respeto y sobre todo apartar el temor de las niñas y que su primera regla  sea un motivo de celebración y no de lágrimas y vergüenza.

   Como última curiosidad os dejo con Sputniko, una artista japonesa que ha creado una máquina para que los hombres puedan experimentar la sensación de menstruar:

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